Los murcianos Perro se enfrentaron el pasado viernes al último fin de semana de gira de presentación de “Estudias, Navajas”. Un último álbum el cual ya ha coronado varios hits que pretenderán sobreponerse a antiguos predecesores como “Gran ejemplo de juventud” o “Paco Fiestas”. Llegaban para despedirse de su público de Madrid, unos asistentes que en comparación con el último disco se quedaba en números bajos.
Sin nadie que abriera su show, los únicos y destacados protagonistas eran el cuarteto. Con su siempre sorprendente pareja de batería, hacían una oda a “¡Viva el Porras!” con la que iniciaron el concierto. Algunos de sus temas más pop como “Jordi Huertano” y “Nueva Mufasa” fueron los primeros en ir alzando de forma paulatina la velocidad. Pronto pisaron el acelerador y “Camiseta” o “Cuñao, cuñao, cuñao” iban dando avance de los pogos más contundentes de la pista.
“Popera” pareció seguir siendo una de las favoritas del público. A viva voz y más pausada fue interpretada debajo del escenario. “Ediciones reptiliano”, “Droga porro” o “Azul mayoría absoluta” fueron los últimos calefactores ante los bises. “Reina de Inglaterra”, su tema más reconocido el cual supera ya las 400 mil reproducciones en plataformas como Spotify, hizo del adiós de la primera parte de la fiesta el hit más seguido del primer tiempo.
“A bailarlo” y la novedosa “Martillo” inauguraron los bises antes de que “OLRAIT” y “Marlotina”, las dos más pedidas de la cita, despidieran la despedida, valga la redundancia, de “Estudias Navajas».
Las decenas de asistentes que pasaron por la Joy Eslava se dejaron los complejos atrás y perrearon llegando incluso hasta abajo. Y es que entre el reggaetón y la música de Perro no hay tantas diferencias. Ambos perrean, unos por vicio, otros por definición. Algunos llegan hasta abajo, ya sea por la gran flexibilidad de sus movimientos o por los golpes sufridos en los pogos. Y todos, excepto los de Murcia, disfrutan de la incomprensión, bien por la insensatez del mensaje o por la nula pronunciación del mismo.
Pero como las comparaciones son odiosas, poco importa el murcianico de la banda. La sala vibró y así lo probó con constantes pogos y una diversión que no solo queda plasmada en sus letras. Que el reggaetón murciano nos vuelva a salpicar pronto de sarcasmo, ironía y electricidad.