Either/Or (1997), el tercer álbum de estudio de Elliott Smith, fue el que le llevó a un nivel de exposición que él no se esperaba…¿o sí? En nuestra quinta Revieja recordamos uno de los álbumes más redondos del cantautor estadounidense y por qué sigue siendo relevante 25 años después de su publicación.
El título del disco “Either/Or” es una alusión a un escrito existencialista de Kierkegaard. ¿Son las canciones de este álbum existencialistas? Se podría decir que exploran la condición humana desde los ojos de Steven Paul Smith. El lirismo del compositor alcanza uno de sus mejores momentos en las canciones de este disco. En cuanto al sonido, destaca el equilibrio entre la producción del estudio y el Lo-Fi por el que Smith era conocido y terminó dejando un poco de lado en siguientes lanzamientos.
Either/Or, tema a tema
El álbum comienza con “Speed Trials”, un opening que resume el disco de manera tonal. Al mezclar acordes mayores y menores, se crea una ambigüedad: ¿es esta canción triste o feliz? “It’s just a brief smile crossing your face”, una sonrisa breve, seguida de “I’m running speed trials standing in place”. Una pura paradoja.
Le sigue “Alameda”, una canción que evoca un paseo por una calle de Portland mientras el narrador habla de sí mismo en tercera persona. “Nobody broke your heart/You broke your own because you can’t finish what you start”, repite Smith como un disco rayado. Igual que los pensamientos intrusivos.
Portland, el lugar donde todo sucede
En la mayoría de las canciones de Either/Or, Smith nos sitúa en sitios concretos conocidos por él. Portland es la ciudad donde el cantautor vivió desde su adolescencia hasta mudarse a Los Angeles. En el caso de “Ballad of Big Nothing«, un desfile se introduce con “Throwing candy out to the crowd Dragging down the main”. En los versos siguientes están dedicados al personaje al que se dirige la canción: un drogadicto. La “gran nada” es una excusa del adicto para creerse que nada importa. Smith toma otra vez el puesto de narrador, aunque su adicción a las drogas marcó gran parte de su producción, también de manera lírica.
Sin ir más lejos, “Between the Bars” expresa el poder de la adicción, que se personifica y lleva al protagonista de la canción a caer en una espiral con la bebida. Este tema es el más popular del disco. Existen múltiples versiones de Between the Bars, una de ellas en La piel que habito, film de Pedro Almodóvar.
En “Pictures of Me”, Smith critica la visión que la gente que realmente no le conoce tiene de él. “Saw you and me on the coin-op TV/Frozen in fear every time we appear”. Le sigue “No Name No. 5”, una canción intimista sobre la soledad. El título continúa la tradición de nombrar canciones en el disco Roman Candle.
El tema de la falsedad ya había rondado alguna canción posterior, pero es en “Rose Parade” donde Smith canta directamente sobre ella a través de otro (¿o el mismo?) desfile, el Rose Parade celebrado en Portland. También situada en Portland, “Punch and Judy” trata sobre dos personalidades en conflicto constante.
Hola, Los Angeles
Seguidamente, la crítica hacia la industria musical viene reflejada en “Angeles”, nombrada por la ciudad californiana. El tema, que rezuma sarcasmo, es un presagio, ya que poco después de la salida de Either/Or Smith firmaría por una gran discográfica: DreamWorks Records, una subsidiaria de la distribuidora de películas como Shrek.
“Cupid’s Trick” es quizá la canción más sexual de toda la carrera de Elliott Smith. Repetitiva y ambigua, da paso a “2:45 AM”, un tema duro en el que se relata una pelea de Smith con familiares que le lleva a un lugar oscuro. La voz de Smith, emocional como pocas, suena más afectada que nunca.
No obstante, de manera inesperada Either/Or termina con una canción optimista. En “Say Yes”, Smith tiene esperanzas de volver con su ex novia, Joanna Bolme, bajista actual de Stephen Malkmus. Spoiler: no volvieron.
La gran pantalla
Tras su salida, Either/Or tuvo una gran acogida de los críticos. Mucha gente se fijó en la música de Smith, entre ella el director de cine Gus Van Sant, que le invitó a aparecer en la banda sonora de Good Will Hunting. Además, Smith compuso una canción original para la película, “Miss Misery”. Al año siguiente, interpretó la canción en directo en la ceremonia de los Premios Oscar. No ganó. La canción de Titanic se llevó el galardón.
La carrera de Elliott Smith acabó de manera tan prematura como su vida. En octubre de 2003, el mundo perdía uno de sus compositores más interesantes, honestos y delicados de la música folk y pop. Elliott Smith murió con solo 34 años y con mucho que contar, sin haber terminado su sexto disco. Pero quien escuche Either/Or lo sabe: el legado que dejó a través del relato de su vida es imborrable.