Hace pocos días (cuatro desde que se escribe este post), un nuevo trend llegó a TikTok con la película Zepotha. Centenares de vídeos se llenaron de comentarios de gente diciéndole a creadores en sus vídeos que les recordaban a Maxine, Alaine o Cole, personajes de la película de los años ochenta. Muchos de estos creadores respondían confundidos. Normal: Zepotha es una película que no existe: es una creación de una artista para la promoción de su música. Te contamos cómo sucedió y por qué el fenómeno Zepotha ha llegado tan lejos.
Origen de Zepotha, la película que no existe
El 12 de agosto, Emily Jeffri, una artista de 18 años, sube un vídeo a TikTok con una de sus canciones aún por publicar. Aquí, la traducción del texto del vídeo:
Ok, nueva idea de broma: y si creamos una película de terror de los ochenta falsa llamada ‘Zepotha’ y empezamos a comentar «dios mío te pareces MUCHÍSIMO a esa chica de Zepotha» o «espera te ves exactamente como ____ de Zepotha» en cada thrist trap que veamos. Juntos seremos testigos de un nuevo trasfondo, nuevos personajes se crearán, etc y podemos convencer a miles de personas de que esta película de terror de los 80s con título extraño existe de verdad».
@emilyjeffri putting this song forward as the movie’s main theme, i think it has zepotha vibes tbh #80s #nostalgia #horror #horrormovie #80shorror #bit #trickster #moohaha #newmusic #queerartist #spooky #zepotha
Spoiler: la gente no comentaba solo en thrist traps, sino en cualquier vídeo que el algoritmo de TikTok les mostraba. Así, en pocas horas Zepotha ya tenía una decena de personajes, una trama muy difusa y sus primeros detractores. Lo primero porque cualquiera podía crear un personaje comentando un nombre aleatorio, lo segundo porque no había trama establecida: solo que es una peli de terror. La última: la gente criticó que la creadora de este trend tenía como objetivo promocionar su canción como si fuese banda sonora de una película ficticia. El álbum de Jeffri, que incluye ese tema, se publica el 25 de agosto.
Por supuesto, a muchos creadores tampoco les agradó que su sección de comentarios se llenase de gente promocionando a otra creadora. Al fin y al cabo, la competencia en TikTok es brutal y venir a hablar de tu libro y que te empiecen a hablar de otro no es algo que los creadores de contenido vayan a aceptar en general con una sonrisa. Sin embargo, poco a poco algunos empezaron a seguir el rollo a Jeffri y crear vídeos ellos mismos sobre la falsa película.
El caso Goncharov
No es la primera vez que una película que no existe se hace viral. Sólo hace unos pocos meses que a TikTok llegó Goncharov (1973). Este largometraje producido por Martin Scorsese y protagonizado por Robert De Niro y Al Pacino fue creado por usuarios de Tumblr. Cuando llegó a otra red social y se popularizó, ya tenía un reparto establecido, una trama sólida e incluso escenas recreadas a través de dibujos y vídeos.
Aún así, la mayor diferencia entre Zepotha y Goncharov es el propósito final: Goncharov fue un esfuerzo colectivo entre personas que no ganaban nada por crear escenarios de una película ficticia. Sin embargo, la joven Jeffri tiene mucho que ganar con la popularidad de Zepotha.
«Gracias por el pescado»
En solo cuatro días, Emily Jeffri ha subido más de una veintena de vídeos a su cuenta de TikTok. En uno, anuncia un concurso de cortos de Zepotha, en el que el ganador se llevará 500 libras de premio y su versión será «canon» u oficial. En ningún momento se especifica si esos creadores tendrían algún derecho de autor sobre una supuesta Zepotha real.
En otro vídeo, Jeffri se ve visiblemente emocionada: el texto del vídeo explica que ha recibido una llamada que la ha emocionado. Como audio, un audio de Lin Manuel Miranda. Sí, el de Hamilton. El de Moana. El de Encanto.
Quizá te preguntes: ¿Cómo solo en 3 días una chavala de 18 años sin un sólo disco en el mercado recibe una llamada relevante para su carrera? Muy fácil: varios factores entran en juego.
El primero: Lin Manuel Miranda es un productor. Sea él u otra persona quien llamó a Jeffri, los productores están constantemente a la caza de talento y se les habrán iluminado los ojillos al ver un producto aún no creado con tanta viralidad. También existe la posibilidad que Jeffri se haya inventado lo de la llamada. Si inventa pelis, ¿por qué no esto también?
El segundo: La nostalgia está de moda. Y vende. La década de los ochenta ya ha sido explotada y explorada con series como Stranger Things y películas como Ready Player One. En el género del terror, las películas de Fear Street también están localizadas décadas atrás. La fascinación por esos años parece sempiterna, pero es que además los ochentas fueron una mina de oro del terror audiovisual: Nightmare on Elm Street, The Evil Dead, The Thing, Videodrome son sólo algunos de los ejemplos de éxitos de esa época.
El último factor que tenemos que tener en cuenta…
Ya no existen las estrellas de la música
El paradigma musical ha cambiado. Olivia Rodrigo pudo conectar con las adolescentes, Doja Cat pudo conectar con las chicas y con los gays. Nómbrame algún artista que haya surgido después de la pandemia y que tenga éxito global. Complicado, ¿verdad?
Entre tanto talento expuesto en redes sociales, parece que a las majors se les está haciendo complicado encontrar artistas que consigan una popularidad mantenida en el tiempo. Un One Hit Wonder está bien, claro; pero mucho mejor un artista que pueda permanecer relevante al menos durante una década.
TikTok es una plataforma donde jóvenes como Jeffri buscan su oportunidad. Antes de la idea de Zepotha, ella había hecho decenas de vídeos con sus canciones como audios. Ni vídeos de su gato, ni memes, ni plantillas de CapCut la llevaron a ser conocida. Sólo fue un vídeo en el que pidió a otra gente que spameara un título salido de su imaginación.
¿Llegará a ser real Zepotha y dejará de ser la broma de la película que no existe? ¿Logrará Emily Jeffri encontrar su espacio en la cambiante escena musical? Lo único que podemos decir es que su canción viral, la que sale en el vídeo original de Zepotha, no suena realmente a una canción ochentera. Ni de coña.
De todas maneras, tampoco es que sea algo relevante.