Tras un largo descanso The Kills volvían a los escenarios el pasado mes de junio con la salida de su quinto álbum de estudio Ash & Ice. 5 años después regresaron con un álbum que mantiene fórmula: intensidad, crudeza y esos sonidos sucios y oscuros que tanto gustan y les han llevado a lo más alto. Ya habíamos disfrutado en festivales como el FIB o Mad Cool de su vuelta y la vuelta a las salas era algo que no nos podíamos perder.
Alison Mosshart estaba en su salsa, se gustaba y su actitud lo transmitía, desmelenada y desafiante a los mandos de la nave todas las miradas estaban puestas en ella, a pesar de que Jamie Hince la guitarra, intentaba hacerle sombra a su protagonismo. De cualquier forma son el tándem perfecto y el duo salía a escena casi dos horas más tarde de lo anunciado. Nos tocó mojarnos y esperar, pero pasadas las 23 horas, por fin podíamos disfrutar de su presencia en el Kafe Antzokia de Bilbao.
Empezaron fuerte, ya que “Heart of a Dog” fue lo primero que nos llegó a los oídos. Con una puesta en escena más que desafiante Mosshart y Hince, se subían al escenario entre aplausos y gritos del público que les había estado esperando durante horas. Tras el primer tema pudimos disfrutar de “U.R.A. Fever”, “Kissy Kissy» y “Hard Habit to Break”.
Durante las casi dos horas de concierto, The Kills nos regalaron concretamente 19 canciones, escogidas de entre sus álbumes, pero poniendo especial hincapié en su último disco Ash & Ice.
De entre las más destacadas podríamos mencionar “Doing to Death”, “Future Starts Slow” y “Siberian Nights” donde un público más que acorde para la ocasión lo dio todo y se entregó al 100% con los británicos.
Hubo tiempo para recuperar el aliento y es que ya en los bases la carismática Alison nos regaló una versión acústica de “That Love” la cual interpretó sola ante el peligro y guitarra en mano.
“Sour Cherry” del álbum Midnight Boom fue la escogida para echar el resto y acabar un concierto más que correcto. En definitiva una noche fría que supieron calentar a la perfección con su show y su puesta en escena que podríamos decir es casi impecable.
Crónica y fotos por Cristina Molina
